«Hay recuerdos que son para siempre: mis historia en el GFNY».

 

Como se lo contó a Quirino Gutiérrez, editor web. 

“Estoy en la salida, veo cómo se van formando los grupos de carrera, quién ayuda a quien. Ante toda la adrenalina de competencia olvido a los gregarios y días más tarde me entero que algunos ciclistas llegaron a pagar a otros ciclistas para que los ayudarán. Un reto más que superé sin darme cuenta en el momento. Con todos esos ruidos todo se esfuma poco a poco y sólo estoy yo en la línea de salida, el pulso de mi corazón amplificado por los altavoces y noto como se acelera. El conteo regresivo avanza y dan la salida… En ese momento una ciclista para no caerse se sujeta de mí y casi me tira al suelo. Todo pudo haber terminado en segundo por ese movimiento en falso”.

“Me quedo sola. En ese momento pasan a mi lado los colombianos que luego vi que eran los compañeros de la ganadora. Me pego a ellos vamos y estamos rodando a 55 kms por hora, la salida se convierte en una lucha continua por no quedarme atrás desde el principio. Kilómetros más adelante me encuentro con Chucho Aguirre, con quien casi siempre salgo a rodar, el es ciclista de muchos años y me ha ayudado a mejorar en la bici, es muy amigo mío y de mi familia, de pronto me doy cuenta que ya estoy en el primer grupo”.

Conforme pasaron los kilómetros de la competencia, la confianza subía para Victoria y seguía peleando entre el grupo puntero.
“Después de esos agitados kilómetros, me siento más confiada pero el ritmo no bajaba, ciclistas ubicando rivales y es aquí donde comienza la carrera más reñida, más sufrida, la que para ganar hay que aguantar casi 160 kilómetros a tope de rendimiento. Ya solo quedamos cinco mujeres en el grupo de cabeza, la sexta ya no está, no sé cuándo se quedó o si no pudo con el ritmo o tal vez se cayó. Muchas veces nos miramos sin decirnos nada y viene a mi mente un solo pensamiento: “aun estas aquí…».

“Conforme pasan los minutos y se recortan los kilómetros para llegar a la meta, siento que ya no puedo más, la sed que tengo es insoportable que es lo único que se me viene a la mente, el deseo de un termo de agua bien fría me genera ansiedad, mis labios están resecos me desespero y siento enloquecer por la sed y me pregunto: ‘¿acaso ellas no sufren como yo?’, pero es imposible parar en algún abastecimiento, te paras y te quedas, no hay más que soportar. En esos momentos tan difíciles vuelve a aparecer Chucho Aguirre con un termo súper frío, lo bebo desesperadamente y decido guardar un poco porque sé que no habrá otro.
Me ayuda a recuperar el ánimo y retomo fuerzas para seguir luchando.
En la belleza que presenta Cozumel es imposible no distraerse con los paisajes, sin embargo, para victoria, lo único que pasa por su mente es un peculiar sonido.
“Todo el tiempo oigo ese fuerte sonido, ruido especial que solo el carbono hace cuando se estrella en el suelo, y a su vez se escucha un grito violento: ‘¡cuidado, caído! o un ¡quítate!’”, como si yo tuviera la culpa de las caídas y todo esto a más de cuarenta kilómetros de velocidad.

El inevitable pensamiento de “arrepentimiento no se hizo esperar”: pensaba ‘¡yo soy triatleta, que hago aquí!’. Todos nos gritábamos y a veces se oían insultos pero creo que gritar es un instinto de defensa cuando te sientes en peligro o al menos yo me sentí así.
“No podía ni tomar agua, sentía que si lo hacía, podía correr el riesgo de no esquivar alguna caída o que el grupo me dejaría y se esfumaría mi sueño de lograr el triunfo”.
Mientras todo eso sucedía me percate de seguíamos las cinco mujeres en el grupo, luchando por el primer lugar, cada vez faltaban menos kilómetros para llegar a meta y ninguna estaba dispuesta a quedarse: dos colombianas, una francesa, Fabiola Corona y yo, aferradas y con la misma meta en la cabeza: iGANAR!”.

“Dejamos de ver el mar y entramos a la ciudad, última vuelta, últimos kilómetros y otra vez oigo ese ruido aterrador de más caídas, más gritos; otra caída, otra curva, más caídas y curvas, un sprint y menos ciclistas varones pero las 5 mujeres seguimos agrupadas. Últimos 5 kilómetros, las mujeres nos ponemos al frente, es una batalla entre nosotras: ‘¿quién de las cinco ganará?’, los hombres se mantienen y llegamos en un grupo compacto.

Con el último jalón en la competencia, Victoria logra lo anhelado: quedé tercera general y primera mexicana, me siento cansada y muy estresada, mi cuerpo tiembla y muchos sentimientos vienen a mí pero por fin acabó esta guerra sobre ruedas, me quedo con un satisfecho y feliz tercer lugar pero con un decepcionante premio en especie, pues me parece no fue equitativo.

Una isla paradisiaca se volvió un campo de batalla en este increíble gran fondo NY- Cozumel.
Así fue la clasificación general
1. Colombia
2. Francia
3. México