Prueba: Mérida BigNine 500

20,140 pesos


Todos hablan de la versatilidad de la rodada 27.5, pero la facilidad con la que esta Big.Nine 500 libró todos los obstáculos en dos condiciones de terreno completamente distintas, termina por reafirmar el porqué la rodada 29 sigue siendo la predilecta de un segmento importante de adictos a la montaña.

Desde que hablamos con Merida supimos que esta prueba sería especial, ya que el proyecto contemplaba una expedición a la Selva Lacandona con una extensión que superaba los 100 kilómetros entre rocas, veredas, ramas, lodo y, por si fuera poco, con una tremenda lluvia que no estaba dentro de nuestros planes (pero que sin duda alguna nos permitió probar la bicicleta en otro contexto). La orografía de Chiapas también nos dio la oportunidad de experimentar la respuesta de la Big.Nine 500 en terreno plano, curvas, pendientes y bajadas accidentadas largas. ¿Pudo este enigmático modelo sobrevivir la prueba? ¡Sin lugar a dudas!


Su esqueleto de aluminio Racelite 6061 cuenta con la clásica forma poligonal de los modelos Merida (cañón de pistola, como lo define la misma marca) ¿Qué significa esto? Pues bien, la apariencia en el perímetro del tubo inferior en la Big.Nine 500 se distingue por un doble doblez en la parte baja que le otorga mayor torsión y rigidez a la estructura a partir de un sistema tecnoformado (que desde el punto de vista de algunos especialistas, puede agregar algo de peso al cuadro). “Con el proceso TFS se desarrollan geometrías en 3D y creaciones estructurales con excelente rigidez”, comenta Guillermo Femat, representante de la marca en México. “En cuanto al peso, hoy existen más opciones, como el hidroformado, que logran una composición más ligera en los cuadros, siempre de la mano de un aluminio también más ligero como puede ser el Pro lite 66, aunque claramente esto impacta de en los precios finales por el costo de los diseños”. Es así como desde nuestra perspectiva, el cuadro respondió muy bien en terreno plano, así como en tramos con desnivel positivo o negativo medio. En pendientes con un grado de inclinación más agudo batallamos un poco para llevarla a la cima. Por su rodada, para acelerarla es necesario imprimirle potencia, pero una vez que la Big.Nine 500 se pone en movimiento gana velocidad con facilidad, especialmente en los descensos reforzados por una geometría estable.  “Definitivamente la rodada 29 hace gran parte del trabajo pasando obstáculos, transmite una confianza importante al ciclista, aunque cuando hay pendientes muy inclinadas el ciclista requerirá de una potencia mayor que por ejemplo, manejando una 27.5, ya que hay que mover más ‘rueda’”, señala Femat. “Sin embargo, esto se puede mejorar cambiando el plato pequeño de la multiplicación, de un 24 a un 22”, continúa. “No obstante, si comparas el avance, de la 29 contra la 27.5, en el overall de las rodadas encontrarás seguramente que la 29 lo hace más rápido”.

Moviendo la mirada a una capa más externa, a nivel de los componentes, nos topamos con un grupo Shimano Deore y XT que dota de confianza a ciclistas jóvenes o novatos con sus 30 velocidades.


Los frenos de disco Shimano M445 180 mm Cen respondieron a la perfección, incluso en las bajadas con curvas, lluvia y piedras sueltas. Los derrapes que se salieron un poco de control los atribuimos probablemente a sus llantas, que definitivamente se comportaron mejor en terrenos secos. “Esta bicicleta es una opción para el ciclista que ya ha tenido la experiencia de comprar alguna bici de gama de entrada y que ya busca pasar a un modelo que le permita hacer rodadas más agresivas, de más distancia y hasta empezar a competir, todo esto con la confianza de un cambio Shimano XT trasero ya de 10 pasos, suspensión Rockshox, discos de 180mm delante, a un precio muy accesible y con un diseño que en serio es de deseo”. Importante resaltar el sistema Lock-Out de Merida, con el que a través de una palanca ubicada directamente sobre la suspensión, se bloquea o libera con facilidad. Nosotros lo amamos, sobre todo tomando en cuenta los largos trayectos en la selva en los que, para llegar del principio al final, tuvimos que enfrentar repetidamente columpios, trayectos firmes, terrenos sueltos y pendientes en donde la facilidad de liberar o bloquear la suspensión con un solo giro, en definitiva hizo más amigables nuestros trayectos extensos.


Pero para la prueba de larga duración no sólo teníamos preparado un escenario. Lejos de la humedad y los kilométricos trayectos en la Selva Lacandona, trasladamos a la Big.Nine 500 al Ajusco, donde las veredas más estrechas y obstáculos más grandes propios de la montaña resaltaron otras de sus prestaciones. Llegando hasta el punto conocido como La Virgen en ascenso, encontramos un recorrido en donde ningún desnivel, rama o roca, se resistió a la rodada 29 ya de bajada. En esta ocasión con una vereda trazada en un espacio más estrecho, tal vez el tamaño de la bicicleta entorpeció un poco el recorrido (una característica no sólo de la Big.Nine 500, sino de la gran mayoría de las que comparten sus dimensiones). Al final de cuentas y en definitiva, a pesar de su tamaño no cambiaríamos la experiencia que esta 29 en conjunto con la suspensión Rockshox, nos otorgó en ambos trayectos repletos de diversión

En resumen
La Merida Big.Nine 500 es una guerrera capaz de adaptarse tanto a terrenos húmedos y secos, como a veredas amplias o angostas. Lo largo de los recorridos tampoco es un obstáculo para esta 29, que sólo presenta algo de rezago en pendientes largas y sostenidas.

  • Nos gusta

El sistema Lock-Out de Merida, con el que a través de una palanca ubicada directamente sobre la suspensión Rockshox se bloquea o libera.

  • Nos gustaría

Ponerla a prueba con otras llantas para ver cómo se modifica su conducción