¡Nunca laves tu bici con agua a presión!

El agua es el mayor enemigo de la bicicleta, y si es a presión (hidrolimpiadora), es mortal. Entra en los rodamientos, arrastrando suciedad al interior, desalojando la grasa, oxidando piezas… Si todo los días vuelves a casa embarrado, es poco práctico que hagas una limpieza a fondo, debes limitarte a los elementos de desgaste donde existan fricciones, que se acentúan con la arenilla del lodo, que actúa como una lija.

Cepilla, limpia al máximo y engrasa todos los elementos de la transmisión, especialmente cadena, casete y platos. También los pivotes del cambio y los resortes de los pedales automáticos, si llevas. Pasa un cepillo, después un trapo… cuanto más limpio lo dejes mejor funcionarán al día siguiente, y más kilómetros durarán. Busca un aceite de lubricación especialmente indicado para condiciones húmedas, que aguante el tipo tras un día entero de charcos.

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