¿Los colores tienen género?

 

¿Realmente hay diferencia entre unos guantes de niña y unos de niño? ¿O todo esto es simplemente la forma en que la industria nos vende un concepto?

Estas preguntas y más, me daban vuelta por la cabeza el lunes pasado que salí a andar en bicicleta después del trabajo. Fue uno de esos días que quisieras se repitieran cada semana, lleno de buenas noticias apenas el gallo había terminado de cantar. Y lo más increíble fue poderlo cerrar descubriendo un nuevo single track. Es un tramo algo técnico, con piedras y raíces por todos lados, lo que me obligaba a hacer malabares con la cadencia, equilibrio y manejo.

De pronto, así de la nada, me puse a pensar en el color rosa. Hubo una época en que el mismo representaba totalmente al género femenino y azul al masculino (quiero pensar que esos días están atrás). Y al menos así lo siento cuando veo princesitas vestidas con tonos como el mar y chiquitines portando los jerseys del Giro de Italia. Lo que me llevó a pensar que esta carrera, según el anuncio de la marca de ropa Rapha, tiene una edición limitada de una camiseta conmemorando a Marco Pantani, el pirata que se hundió en sus turbulentas aguas. También pensé en el moñito de color rosa, ese que representa el cáncer de seno, un evento que tiene un lugar especial, por llamarlo de alguna forma, en mi familia. Mi mamá acaba de festejar el décimo aniversario de su operación. Ninguna carrera o pedaleada que haya yo hecho, por más difícil, larga o estresante que resultara, puede tener comparación con lo que ella pasó. De ahí aprendí lo que significa ser guerrera; a llevar la cabeza siempre en alto, sin importar el tamaño del obstáculo; a que, paso a paso, cualquier objetivo se puede alcanzar. Por último, se me vino a la cabeza que fue este color el predilecto por tantas compañías de bicicletas cuando querían hacer la distinción entre cuáles diseños eran para mujer y cuáles para hombre, y que no fue hasta años más tarde cuando realmente se podía ver la diferencia en la geometría, los componentes, las tallas y otros factores importantes.

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Pero, regresando a las preguntas que dieron inicio al desfile de las demás ideas, sí, el que algo sea específico para mujer marca toda la diferencia del mundo. Hombres y mujeres tenemos una fisonomía totalmente distinta. Como ejemplo basta ponernos los jeans de un hermano, amigo o novio para sentir que no somos de ahí. Lo mismo sucede con las lycras, el chammy (la protección que traen éstas por dentro, para que el asiento se haga un poco más tolerable) queda en lugares totalmente bizarros y de algunas partes las sientes flojas y de otras súper apretadas. Los guantes son más grandes y anchos. Lo mismo pasa con los zapatos.

A final de cuentas es increíble ser mujer en esta época y andar en bicicleta. Cada vez tenemos más opciones, cada vez la industria nos presta más atención; ya no somos unos simples conejillos de Indias. En mi opinión, los colores no tienen género, eso fue una invención que con el paso del tiempo va quedando obsoleta.