Loco en el hielo

 

Muchos pensarían que lanzarse encima de una bicicleta en una pista tan peligrosa como puede ser Strelf, es algo que sólo un joven loco puede hacer, pero Max Stöckl, a sus 43 años tuvo el valor de realizar tal azaña con la intención de servir a la ciencia.

La pista de Streif es una de las más desafiantes pistas del mundo, ubicada en Austria, consta de poco más de 3 kilómetros de pura adrenalina para los esquiadores, que Max completó en 3:06 min, llegando a alcanzar los 103 km/h. Stöckl, experto en descensos en bici de montaña, también es conocido por romper el record de velocidad en bicicleta normal sobre nieve en 2017, llegando a poner a sus dos ruedas a 210 km/h.

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Uno de los problemas con los que se encontró Max fue poder ganarse la confianza del club de esquí para que lo dejara realizar tal reto, ya que necesitaba poder probar la ruta antes de lanzarse el día ‘D’. Este año, los organizadores de la Copa Mundial de esquí le dieron la oportunidad de recorrer la pista siempre que hubiera espacio entre las competencias de la disciplina invernal.

Servicio a la ciencia

Aunque la azaña de Stöckl pueda parecer una locura, la realidad es que es parte de un experimento científico que pretendía ver con cuánta anticipación puede reaccionar el cuerpo ante un accidente y saber cómo se prepara éste. Par esto, el ciclista se colocó debajo de la ropa múltiples sensores de pulso, ondas cerebrales y contracciones musculares.

Durante la prueba, llegó un momento donde los frenos dejaron de funcionar y en ese momento, los datos se dispararon: «Los micrófonos demostraron que el ruido de las pastillas contra el disco ya había desaparecido. Los sensores registraron una irregularidad en mi pulso, con contracciones musculares cada vez más intensas. Estaba a cuatro segundos de salir volando y mi cuerpo ya se estaba preparando para el golpe», declaró Max a Red Bulletin.